Con el tiempo, este niyama se ha convertido en mi preferido para explorar y compartir con las alumnas y alumnos que quieren profundizar en el yoga. Este es un niyama que puede resultar controvertido y puede alejar a algunos aspirantes, ya que su traducción literal es entrega a Dios, pero… ¿y si no creo en Dios?. Lo primero importante a entender es que, en mi opinión, de las dos palabras que la forman la más importante es «Entrega». Los sabios y grandes yoguis dicen que no hace falta nada más que este, el quinto y último niyama, para llegar al estado de iluminación… pero no es nada fácil. Vivimos la vida en constante pelea con ella, nos resistimos a lo que nos trae y perdemos enormes cantidades de energía (que podríamos utilizar para nuestra sadhana) en quejas y peleas contra lo que es y lo que ocurre. Es imposible poder ser personas plenas y felices, cuando pasamos la vida huyendo de la vida misma… Este niyama, inmenso y muy bonito de explorar, nos trae sosiego y descanso en una de las cualidades fundamentales para este camino: el desapego… y lo de Dios, ¡ya lo veremos!
Cuaderno
Bolígrafo